También hubo una versión “Export”, con un motor de 2,8 litros. Basado en el 222 4v y el 430 4v, era menos potente pero con más par que el bloque italiano. No es una característica nueva, sino que existe desde los inicios del Biturbo. La razón es sencilla: hacer cada motor más interesante. Sí, no sólo el pequeño es ligeramente más potente, sino que, sobre todo, es mucho más agresivo a las revoluciones. Se agarra a la marca de las 7.000 rpm como un político a un cargo ministerial. Los que estén acostumbrados a los motores grandes o a los fuel-oil con torsión preferirán el de 2790 cm3 por su derroche de Nm desde el ralentí. A partir de 1994, la Serie II se benefició de una serie de novedades. Había brazos telescópicos en la parte trasera para mejorar la maniobrabilidad a la salida de las curvas. Pero el principal cambio fue la introducción del ABS, hasta entonces reservado a la rarísima berlina 4.18v. Cabe señalar que al final de la producción apareció una versión GT, que se beneficiaba de los últimos avances en materia de llantas especiales y de un eje tomado del 456.